Gabriel se enamoró perdidamente de una bruja arrogante que tenía una trascendental sabiduría que la hacía admirable y diferente Y él se enamoró tan imprudente Pese a que el sabio abuelo le decía Que las brujas son una porquería Y hace falta un santo que las ahuyente Pobre Gabriel la arpía de etiqueta Era sólo un serafín de sueño Que apareció flotando en su burbuja Ante esa inesperada jugarreta Y herido por el ángel truculento |
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